Un cover de un poema…
Quise hacer un cover con Caminito del Indio, de don Atahualpa Yupanqui (y matar dos pájaros de un tiro, poema con una linda música) pero no pude mantener la métrica y rimas originales por mucho tiempo
Bah… por nada de tiempo, aunque, convengamos en que si la vamos cantando de fondo, en algunas estrofas se engancha bastante bien y en otras es un desbande total.
Lo más complicado fue llegar a los famosos, malditos, contaditos hasta la última coma, tres mil caracteres (confieso que esto lo pongo con palabras para ocupar un poco más de espacio, porque ya no se me cae ni media idea, como dijo alguna vez una de mis compañeras de grupo).
Parezco monotemática, pero sigo con mi crónica de la cuarentena, que vengo hilando desde el principio, en mayor o menor medida.
CuarenTEMA.
Y dice así:
Caminito del hombre,
sendero pobre
sembrao de espinas.
todos lo intentamos
pero muy pocos pueden pasar.
Se te prende un abrojo
en la pantorrilla
o más allá;
te pincha una grosella,
te deja marcas
que no se van más.
Ahora lo transitamos
empuñando la escoba y el secador,
litros de lavandina,
jabón en mano,
sin excepción.
Desde que sale el sol,
hasta la almohada,
ruge el alcohol s
sobre las manos inquietas
perfumando su incomprensión.
Los noticieros gritan;
¡Coronavirus, es la extinción!;
los humanos tiemblan
en Cochinchina o en Nueva York.
No hay otra noticia,
se olvidaron
hasta de Dios,
aunque cada tanto
sale el Papa
de bendición.
Todo es una cadena
con la pandemia
y la perdición,
alimentando el ego
de un analista
en televisión.
Muestran a los que se avivan
y se disfrazan para salir,
los vecinos gritando
y denunciándolos
por ahí.
Desde un balcón lejano,
desafina una piba
tocando el violín,
otros aplauden su acto
pero no quieren
ni siquiera un bis.
La gente hace catarsis,
usa las redes
y wasapea,
ya no sabemos como
desenchufarnos,
no cae una idea.
Tiempos de cuidarse,
y cuidar al otro,
no salir…
Pero…
¿Quién nos mantiene?
¿Cómo vamos a sobrevivir?
Caminito del hombre
sembrao de lodo
y pantanoso;
caminá donde quieras:
de la pieza de arriba,
pa la heladera-
Para no aburrirnos,
nos cocinamos
hasta la cena;
amábamos el delivery,
ahora resurge
la mesa casera.
Viene la ansiedad,
comemos de más,
cuando esto acabe,
rodando nos sacarán.
Me pregunto cuándo,
cuando cesará
esta cuarentena,
si podré ver el día
o ya se habrá terminado
el bols de polenta.
La paranoia reina,
nos acostamos
pensando en ella
y al día siguiente
nos levantamos
entre rejas.
Cuando llegamos a casa,
lavamos todo,
todo y más.
Si seguimos así,
nos quedaremos
en bolás (con acento ahí, si, porque delo contrario no rimaba…)
Hay que lavarse las manos,
no abrazarse,
ni saludarse;
si encontrás a tu vieja,
mejor tratarla,
como a tu suegra…
¡Cuando vamo a crecer!
¿Cuándo vamo a salir?
¿Cuándo?
Y cambio el ritmo
por qué de este
¡ya me aburrí!
Clara Silvina Alazraki
Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-CompartirIgual 4.0 Internacional.
Quise hacer un cover con Caminito del Indio, de don Atahualpa Yupanqui (y matar dos pájaros de un tiro, poema con una linda música) pero no pude mantener la métrica y rimas originales por mucho tiempo
Bah… por nada de tiempo, aunque, convengamos en que si la vamos cantando de fondo, en algunas estrofas se engancha bastante bien y en otras es un desbande total.
Lo más complicado fue llegar a los famosos, malditos, contaditos hasta la última coma, tres mil caracteres (confieso que esto lo pongo con palabras para ocupar un poco más de espacio, porque ya no se me cae ni media idea, como dijo alguna vez una de mis compañeras de grupo).
Parezco monotemática, pero sigo con mi crónica de la cuarentena, que vengo hilando desde el principio, en mayor o menor medida.
CuarenTEMA.
Y dice así:
Caminito del hombre,
sendero pobre
sembrao de espinas.
todos lo intentamos
pero muy pocos pueden pasar.
Se te prende un abrojo
en la pantorrilla
o más allá;
te pincha una grosella,
te deja marcas
que no se van más.
Ahora lo transitamos
empuñando la escoba y el secador,
litros de lavandina,
jabón en mano,
sin excepción.
Desde que sale el sol,
hasta la almohada,
ruge el alcohol s
sobre las manos inquietas
perfumando su incomprensión.
Los noticieros gritan;
¡Coronavirus, es la extinción!;
los humanos tiemblan
en Cochinchina o en Nueva York.
No hay otra noticia,
se olvidaron
hasta de Dios,
aunque cada tanto
sale el Papa
de bendición.
Todo es una cadena
con la pandemia
y la perdición,
alimentando el ego
de un analista
en televisión.
Muestran a los que se avivan
y se disfrazan para salir,
los vecinos gritando
y denunciándolos
por ahí.
Desde un balcón lejano,
desafina una piba
tocando el violín,
otros aplauden su acto
pero no quieren
ni siquiera un bis.
La gente hace catarsis,
usa las redes
y wasapea,
ya no sabemos como
desenchufarnos,
no cae una idea.
Tiempos de cuidarse,
y cuidar al otro,
no salir…
Pero…
¿Quién nos mantiene?
¿Cómo vamos a sobrevivir?
Caminito del hombre
sembrao de lodo
y pantanoso;
caminá donde quieras:
de la pieza de arriba,
pa la heladera-
Para no aburrirnos,
nos cocinamos
hasta la cena;
amábamos el delivery,
ahora resurge
la mesa casera.
Viene la ansiedad,
comemos de más,
cuando esto acabe,
rodando nos sacarán.
Me pregunto cuándo,
cuando cesará
esta cuarentena,
si podré ver el día
o ya se habrá terminado
el bols de polenta.
La paranoia reina,
nos acostamos
pensando en ella
y al día siguiente
nos levantamos
entre rejas.
Cuando llegamos a casa,
lavamos todo,
todo y más.
Si seguimos así,
nos quedaremos
en bolás (con acento ahí, si, porque delo contrario no rimaba…)
Hay que lavarse las manos,
no abrazarse,
ni saludarse;
si encontrás a tu vieja,
mejor tratarla,
como a tu suegra…
¡Cuando vamo a crecer!
¿Cuándo vamo a salir?
¿Cuándo?
Y cambio el ritmo
por qué de este
¡ya me aburrí!
Clara Silvina Alazraki
Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-CompartirIgual 4.0 Internacional.
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