sábado, 28 de octubre de 2017

Historias para compartir: La compasión del guerrero

Hoy decidí compartir este espacio con una de las personas que más amo en este mundo: mi hijo.
La profe de Literatura (4º año de secundaria), abrió un espacio de taller de escritura en el aula y propuso a sus alumnos darle una vuelta de tuerca al cuento de Borges La casa de Asterión. Cada uno de los chicos imaginó una historia. La siguiente, es la que planteó mi muchachito:

            La compasión del guerrero: 

la verdadera historia de lo que pasó dentro del laberinto


El problema humano básico es la falta de compasión.
Mientras este problema subsista, subsistirán los demás problemas.
Si se resuelve, podemos esperar días más felices.
Dalai Lama

…Aquí seguía yo, caminando dentro de esta prisión laberíntica llena de esqueletos con signos de pelea, pero no de cornadas o de golpes, sino de espadas y lanzas.
Había marcas en las paredes. Algunas solo eran escrituras antiguas y dibujos, otras, eran talladas en las piedras, seguramente hechas con otras piedras puesto que no tenían ese arte que las otras presentaban.
De repente, distraído por los dibujos, lo vi. Estaba ahí, tallando algo - parecido a lo que ya había visto-, en unas puertas (que, seguramente conducían a otra gran sala de este críptico laberinto). Eso no se dio cuenta de que yo estaba escondido detrás de su imponente figura, viendo como movía sus orejas escuchando y esperando algo.
¡Me descubrió! 
Sin embargo al mirarlo, no vi furia, ira o algún pensamiento oscuro, sino que vi a
alguien cansado, triste, que parecía un pájaro enjaulado. 
Entonces, me acerqué, para tristemente cumplir mi misión.              Cuando  lo hacía, él parecía llorar.    Al ver sus lágrimas caer sobre el suelo frío, de piedra, me compadecí de él y guardé mi espada mientras me miraba sorprendido.
-¿No cumplirás con tu misión? ¿No vas a…?
(Yo) Estaba atónito
-¿Puedes entenderme?
Él asintió con la cabeza y me contó que había aprendido a hablar gracias a los que intentaban cazarle como animal, cosa que no era.  
-Sígueme,  le dije, guiándolo hacia la salida.
 -Eres pacifico, huyes de los que entran aquí. ¿Por qué hay tantas historias sobre ti  que cuentan que eres un monstruo cruel y despiadado?
-Mi padre se las arregló para que pensaran eso de…
Salió de la nada. Uno de los que habían entrado al laberinto junto a mí, nos sorprendió por detrás y le clavó su espada al minotauro. No cayó solo. Rápidamente desenfundé mi espada, que se deslizó suavemente por su pecho.
No había pensado. 
Lo había asesinado a sangre fría, a traición, como un cobarde.
Entonces,  recogí el cuerpo del minotauro y lo lleve a la salida del laberinto, para darle un entierro digno.
Al salir, me encontré a mucha gente que esperaba para celebrar mi victoria.

Bernardo

Fuente de la imagen: Mitología clásica. Dioses y semidioses

El texto en audio por su autor y alguien mas,  que no puede dejar de meter su nariz... o voz por todas partes :

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