viernes, 27 de marzo de 2020

Día 5: ¿Obsesión o catarsis?

“Compulsión: término usado en psicoanálisis que define a un sujeto, aparentemente sano, que presenta una conducta adictiva u obsesiva irresistible ante determinada situación subyugante” , lo dice Wikipedia.

Bueeeeno.
Obsesiva no soy… o no creo serlo.
Solo estoy un poco desvelada por culpa de mis vecinos del fondo, ganadores del CBRPRH, Campeonato Barrial de Romper la Paciencia al Resto de los Humanos, poniendo música a todo volumen (anoche, comenzaron a las 20.00 horas, finalizando tipo siete de la mañana, justo cuando
despedía a mi marido, que se iba a trabajar, ya que está en el grupo de los necesarios y exceptuados por la cuarentena).
Convengamos en que estos días estuvieron bastantes tranquilos. Jorobaban un poco a la tarde, pero a la hora de acostarse, más o menos, bajaban los decibeles.
Anoche fue tremendo.
A la una, la música opacaba los ronquidos de mi marido.
Me levanté, di vueltas, fui al baño, a la pieza de mi hijo (que entre murmullos, me preguntó si yo tampoco podía dormir), como si esa gimnasia nocturna pudiera silenciar lo obvio.
Prendí la tele, empecé a hacer zaping evitando todo programa que hablara del coronavirus y la coronacrisis y la coronacuarentena y la coronap...
En un canal, estaban dando una de esas películas malísimas. Todos se peleaban. Me imaginé que mis vecinos estaban debajo de esa gente, que los estaban matando a trompada limpia y me sentí un poco mejor…
Volví a la cama, me puse la almohada sobre la cabeza, intentando opacar el chenguechengue, pero nada. Después pensé que me hubiese podido suicidar asfixiada…
A veces, cuando no puedo dormir, pienso en algún paisaje lindo, en una situación placentera, para que se vaya transformando en un sueño.
Comenzaron a dispararse imágenes que podían surtir efecto para apagar el, ahora, coro de gritos y música (¿estarían borrachos o drogados?)
Y entonces fantasee…
Ø  Le saco el dron al nene, lo cargo con bombitas de olor, las hago explotar justo justo arriba de las cabezas de los tipos…
Ø  Conecto la hidrolavadora, dirigiendo el chorrito bien arriba de la tapia, intentando alcanzar el equipo de sonido para producir un cortocircuito…
Ø  Busco el parlante que uso para trabajar en la escuela y repito 500 veces la propaganda vieja de TRIVAGO , la del tipo insoportable de barbita.
Ø  Me llevo el insecticida y al perro al fondo, hago como que voy a usarlo (no se por qué, cuando hacemos eso, mi perro se vuelve loco y ladra tan agudo que te rompe los tímpanos, como si fuera una pelea callejera)
Ø  Me trepo a la tapia con una gomera y la mochila llena de cubitos y, mientras hago equilibrio para no caerme, les tiro hondazos en sitios que les duela mucho, mucho, mucho…
Se me van terminando las ideas y recuerdo que, hace unos veinte días, otros pibes del barrio, que generalmente son súper tranquilos y buena gente, se habían puesto a cantar a grito pelado a las dos de la madrugad (con fondo musical obviamente), hasta que alguien se cansó y tiró dos escopetazos al aire. Santo remedio.
Pero en esa línea no me veo.
Ni siquiera podría tirar un chasqui boom para hacer ruido y homologarlo.
Violencia genera violencia.
 Para ese entonces, casi casi estoy dormida, cuando escucho una musiquita que no viene de afuera,
sino del interior de la casa: es el reloj del celular que le avisa a mi marido que tiene que levantarse.
Sigo pensando en métodos creativos para silenciar a los vecinos…
¿Compulsión?
¿Obsesión?
¿Yo?
¡Jamás!
Mejor me levanto y pongo a lavar la ropa que lavé ayer y antes de ayer y…

Clara Silvina Alazraki

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2 comentarios:

Unknown dijo...

Clarita!!! Lamento mucho tu noche, pero no dejas de asombrarme con tu súper imaginación... sos una genia, te quiero muchoooo y espero que esta noche descanses sin jaleo...😱😘🙅‍♀️🙏

Clarasil dijo...

Miriam, te quiero mucho!!!!!!!
Gracias, gracias!
Uh, cómo extraño nuestros momentos acuáticos...
💖💖💖💖💖💖