La primera vez que entré en ESE 4to. grado, uno de los chicos se tiró al piso fingiendo convulsiones. Miré a los compañeros, al nene y no hice nada. Algo me decía que lo que pasaba no era verdadero. Al rato, se levantó y me miró riéndose.
Otro día, el mismo alumno, llegó bastante tarde. Me contó que en el camino a la escuela, cuando iban en la moto con su mamá, los habían atropellado. Él había recibido un golpe fuerte en la pierna y le dolía. Mucho. Le dije que no se preocupara, que cuando trabajáramos en el SUM, se quedara tranquilo, sentado. Noté que rengueaba. Durante el primer recreo, lo observé sin que él lo notara. Un milagro se produjo: corría y caminaba en completa normalidad (obviamente, cuando se dió cuenta de que lo estaba mirando, volvió la renguera).
En el mismo grado, una de las nenas, muy distraída, nunca terminaba de copiar las consignas del pizarrón, menos, de hacer las actividades propuestas. Cuando borré todo, se puso a llorar, con mucha angustia. Me contó que su "padre", si no llevaba todo completo, la "castigaba" y eran terribles todas las "penitencias que le imponían" (a mí me sonó raro, como ficticio...). Meses más tarde le pregunté sobre esto y ella no tenía ni idea de lo que le estaba diciendo (entre medio, ya la había pescado con otras historias sacadas de un culebrón de la tarde).
Entre todos, resolvemos un crucigrama en el pizarrón (y cada uno, en una fotocopia). Las palabras están relacionadas con las actividades de las últimas clases. De pronto J. se pone a llorar. Le pregunto qué le pasa, si alguien lo molestó o le pegó. Me contesta con palabras ininteligibles. Suena el timbre y , prácticamente todos, se van al recreo. Me quedo intentando calmarlo y comprender qué le pasa. Lentamente se va calmando. Me dice que se le perdió la tapa de la voligoma. La buscamos en el piso, en la mochila, en la cartuchera, abajo del banco. Cuando se da cuenta de que está perdiendo el recreo por buscar la tapita, agarra el frasco, lo da vuelta y me dice:
-Mejor la tiro a la basura porque ya no le queda nada. Y se va al patio...
2do. Grado
Debajo de la mesa donde apoyo el equipo de música y la compu, se esconde una nena. Luego otra y otra. Las reto pero tambien les pregunto por qué se meten allí. Una me dice que K. está llorando. K es una nena buenísima, la más pequeña de varios hermanos, todos exalumnos. Está muy angustiada. La abrazo y le pregunto qué le está pasando. Ella, totalmente compungida, me responde:
-Es que estoy llorando por que se me murió mi tío preferido. El que nunca jamás conocí...
Estamos en la fila, B. me dice que quiere ir al baño. Le digo que vaya, que después que entremos al salón no va a poder ir hasta el próximo recreo. Cinco minutos de comenzar la clase, me vuelve a pedir ir al baño.
-Te duele la panza? Le pregunto.
-No.
--Querés hacer pis o caca con urgencia?
-No.
-Entonces, para qué querés ir al baño?
-Es que extraño las canillas...
Una tarde, en 1ero., tuve que cerrar la puerta porque una de las nenas quería salir constantemente del salón (y cuando se iba, se escapaba y era muy difícil hacerla volver). Entonces, se trepó a la reja y empezó a gritar. Todos le pedíamos que bajara. 5 minutos despues, sonó el timbre del recreo. Salieron todos, menos la nena, que en ese momento gritaba que NO quería salir del salón... 🤦
Las dos últimas anécdotas, las transformé en cuentos pero no por eso son menos reales. Los nombres son ficticios, obviamente, las situaciones, no.
3er. Grado
-¡seño, seño!!!! ¡Alma y Kiara entraron en el salón y están revisando tus cosas!
-¿la compu?
-no, seño. ¡Las cosas que tenés colgadas al lado de la puerta!
(allí había dejado mi campera y la mochila)
Instintivamente, me todo los bolsillos, en uno, el celular, en el otro, la billetera. En el salón no había quedado nada de valor, igualmente voy y reviso.
Busco a las nenas en el patio de recreos pero no las puedo ubicar. Recién, al finalizar el otro recreo, veo a una , corriendo, y la llamo.
-Alma, es cierto que fuiste al salón dónde trabajamos con los nenes de primero y segundo?
-No. Yo no fui ahí.
-Mmm, pero a mí me contaron que las vieron.
-Ah, si. Pero era Kiara. Yo no.
-Alma, no está bien decir mentiritas
La nena mira para abajo y se ríe.
-¿Y es verdad que revisaste mis cosas?. Alma, mirame a los ojos. ¿Es verdad?
-Fue Kiara. Dice bajito
-¿Está bien o mal abrir mochilas o revisar bolsillos de ropa que no son tuyas?
-Mal... (muy muy bajito).
-¿Vos hacés eso en tu casa? ¿Te gustaría que alguuen mire o te saque cosas que son tuyas?
-No.
-¿Sabés que si uno le saca algo a otro sin su permiso, eso es robar?
-Si.
-¿Y tu mamá no te enseñó eso?
-Mmm, no se.
-Pero vos si sabés. En la escuela siempre les hablamos de eso, ¿o no?
-Si, seño.
-¿Y qué tengo que hacer? Digo, ¿Tengo que ir a la comisaría del barrio, a hacer la denuncia? ¿Qué tengo que hacer?
-Ah, seño. Pero de ahí salen todos los chorros así, dice la nena y se va.
8 años
Y yo, con 54, me quedé sin argumentos...
Y dejo el más dulce para el final
Turno tarde. Primer recreo.
Estoy sentada sobre el alero de la ventana del aula, mirando jugar a los chicos.
Son pocos porque hubo un paro de transportes de corta y media distancia y, aunque se levantó al mediodia, pocos concurrieron a la escuela.
Se acerca un nene, posiblemente de 5to o 6to grado. No lo conozco, tal vez es nuevo o no lo reconozco porque lo conocí con tapabocas y no lo ubico..
Le pregunto cómo llegó a la escuela.
-En bici, me cuenta
-Ah, yo tambien! La mía está en el bicicletero que está en el otro patio
Me muestra un llavero
-Acá tengo la llave del candado, la de mi casa y la de la moto (esta última es lo menos parecida a una llave de arranque de una moto)
-Mirá!, le digo. Tambien la dejo con candado. No por ustedes, que son unos ángeles. En la otra escuela donde trabajo, los chicos te sacan las bicis y se ponen a dar vueltas por el patio y los pasillos...
-Mi bici es blanca. Vení, seño, que te la muestro.
Hay solo dos bicicletas. La mía y la del nene, que es chiquita y se nota que ha pasado de mano en mano.
-¡Está buenísima!!! Me encanta el asuento, con ese dibujo del himbre araña.
-Tiene un caño que parece roto pero... No se si decírtelo, seño...
Se queda un rato en silencio, pensativo, generando expectativa...
-Uhhhh. ¡Contame, dale!!!
-Bueno ¿Viste ese caño que sale de abajo del asiento? Es la propulsión robótica.
Por dentro, me muero de risa, pero me muerdo la lengua y lo miro seria, como si me estuvieran hablando sobre las leyes de Relatividad de Einstein.
-Cuando voy rápido y no quiero usar los pedales, la activo. Sale un chorro de un gas que la hace acelerar a 500 km por hora y llego a mi casa en un minuto.
Mi mente para imágenes de los bicivoladores, de ET cuando vuela en la canasta de la bici por delante de la luna...
-WOW!!! Mi bicicleta no tiene nada parecido. Lo necesitaria, especialmente hoy, que cuando vine a la escuela había viento a favor y la vuelta a casa va a ser difícil.
-Si, seño. Tenés que conseguirte una, me dice y se va corriendo a su salón porque sonó el timbre y el recreo terminó.
Me quedo pensando dónde venderan ESO, porque faltó que me contara ese pequeño detalle. 😁
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4 comentarios:
Me encantó tus vivencias con alumnos de distintas edades y ciclos felicitaciones.
( soy Dolores.)me encanta como escribes,y la como disfrutas lo mismo que siento yo al leerlas,es maravilloso el mundo de los niños,pero como asimilan sus vivencias en sus hogares y cuidar que no copien ciertas cosas que hacen sus padres,no todos los hogares,por supuesto.
Gracias!!!!
Gracias amigaaaa!!!!
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