lunes, 13 de agosto de 2018

Un adiós...

La muerte es solo un final,
es parte activa de la vida,
un momento
donde dejamos de caminar por la Tierra
para encontrar un más allá que nos libera.
Pero cuando llega
decidida a tomar la pequeña mano de un niño,
todo lo que uno creía se evapora,
las ideas se quiebran,
las convicciones se desangran,
el corazón se rompe en mil pedazos,
la certeza se desvanece.
Cuando abraza un cuerpo
y juega con él,
convirtiendo cada una de sus partes
en una ficha de dominó que cae
y arrastra a la que sigue,
en una espiral donde todas terminan tumbadas,
y, al final,
uno respira aliviado
por que su llegada también fue la despedida del dolor
(del dolor físico).
Queda la esperanza
de que ese niño sigue jugando eternamente
en un jardín de nubes
y su huella perdura
en cada alma que iluminó su sonrisa...

Para Bauti,
que partió este sábado, 11 de agosto, con sus 10 breves años...
Para mi nono, que eligiera la misma fecha, pero hace ya 43 inviernos.

Clara Silvina Alazraki

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