sábado, 4 de marzo de 2017

Historias para compartir: "Hermanos"

Para Valen y Cami, dos superheroínas reales que hicieron frente a la adversidad con la fuerza del Amor y a sus papis, que supieron manejar con Fe, un diminuto velero entre maremotos y tornados...

Hermanos


Había una vez, en lo profundo del bosque, sobre la esquina donde se unen un viejo pino y un cedro, un nido ocupado por una bulliciosa familia de picaflores.

Los padres cuidaban con profundo amor a sus dos pequeños,  que estaban comenzando a explorar el diminuto gran mundo que los rodeaba. Como cualquier integrante de su especie, eran muy inquietos, raramente se los podía ver inmóviles o en silencio. Su canción parecía monótona para cualquiera: una especie de cro cro cro que se repetía infinitamente, sin embargo ellos comprendían cada una de las variaciones de esos trinos que los comunicaban y unían en una melodía ondulante de ternura.
Los pichones experimentaban la novedad del vuelo, la delicia del néctar que les regalaban las flores, la suavidad de las gotas de rocío que acariciaban sus cuerpos inquietos, la osadía de la libertad sin límites.

Un día, el más pequeño comenzó a frenar su vuelo. Sus alas se extendieron como las de una paloma o un zorzal, sin la velocidad que las caracterizaba.
Más lentitud y más sosiego,  hasta que solo lo acompañaron unos agónicos saltitos cuando quiso moverse de un lado a otro.
Un oscuro nubarrón ensombreció a la familia.
Los padres y el hermano mayor del picaflor, le daban ánimos, lo llenaban de amor, de
ternura, buscaban el néctar más dulce para alentarlo pero nada cambiaba el humor del pequeño. Lo habían invadido la melancolía y la tristeza.
Comprendieron que necesitarían  ayuda extra, entonces, activaron la vieja señal de alarma usada por los pájaros: los árboles divulgaron ronroneando el pedido de auxilio de rama en rama, llevándolo por miles de kilómetros a la redonda.
Por la noche, en el claro que se abría en las entrañas del bosque, muchísimas aves se reunieron.
Los picaflores contaron su problema mientras millares de ojitos se clavaban en su hijo menor y su hermano, que lo sostenía por la punta de sus alas. Por largos minutos, el silencio reinó en el lugar. Casi podían escucharse los pequeños corazones latiendo. Un anciano búho dio un paso al frente y susurró que la única solución consistía en que los hermanitos tendiesen un puente entre ellos, intercambiando las más preciadas plumas, aquellas que eran la clave para lograr que los colibríes consiguieran detener su vuelo en el aire, planear en forma rasante sobre el agua, trasladarse a máxima velocidad y mínimo riesgo.
En ese momento, las miradas se dividieron entre los dos hermanos. El mayor asintió suavemente, sin pensar en el abanico de dificultades que se abría a partir de esa sentencia sino solo en el amor que sentía. Entonces, antes que nadie pudiera decir o hacer algo, arrancó siete plumitas de su cuerpo y las estampó con fuerza sobre el pecho de su hermanito que lo observaba  entre abatido y sorprendido.
El alma de los padres tembló por un segundo: el peligro ya no bailaba con uno de sus hijos sino con ambos. Miedo y esperanza se entrelazaron como una soga alrededor de sus cabecitas desesperadas. La decisión se había tomado. Ya estaba hecho.

El pequeño picaflor comenzó a trazar circulitos con su pico, con la cabeza, con el cuerpo entero. Giraba y giraba como una espiral de agua vaciándose por un agujerito sin fin.
Súbitamente, se echó a volar, como si nunca hubiera tenido un problema. Planeó sobre todos, gorjeando un grito de felicidad.

El mayor sonrió. Sentía dolor por primera vez en su breve vida aunque estaba plenamente conciente de que era ínfimo comparado con lo que había vivido su hermanito. También abrió sus alas y lo siguió.
Sus padres y los otros pájaros los miraban enternecidos.

Desde el cielo, las estrellas tintinearon melodiosamente, acompañándolos en la nueva aventura que acababa de comenzar…

Clara Silvina Alazraki

*Imágenes propias


  • La historia en audio (música de fondo de Hans Zimmer):



 


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12 comentarios:

Carlos Alazraki dijo...

Muy lindo tu cuentito.- La hermandad cuando está rodeada de amor es capaz de realizar milagros.-

Unknown dijo...

GRACIAS Y FELICITACIONES TUS CONDICIONES POETICAS LITERARIAS Y HUMANAS SON ORGULLO FAMILIAR ADELANTE Y MUCHOS EXITOS MARTHA Y LUCHO

José Florentino dijo...

Breve y bueno, y además barato: ¡Lo tiene todo!
Un abrazo transcontinental.

Clarasil dijo...

Lo que decís es muy cierto, gracias, tio!!!
Gracias a Dios, podemos decir que los milagros aún siguen estando...
Los quiero mucho!

Clarasil dijo...

gracias, tios!!!!
Y más allá de todo, sigamos mandando luz y amor a las guerreras cordobesas, que son las verdaderas protagonistas de esta historia.
Los quiero mucho!
Abrazo

Clarasil dijo...

Y si, no cobramos nada... por ahora!!!! (jajajja, es una broma)
Muchas gracias, José!
:D

Carmen De Loma dijo...

Que historia más tierna 😊 Me ha encantado!! Eso es amor incondicional, y valor del bueno, del que todos deberíamos aprender. Y ademas las fotos son muy bonitas tambien!! 👏👏👏 Gracias :) Un abrazo, guapa!

Clarasil dijo...

Muchas gracias Carmen!
Resulta muy valioso que entre escritores comentemos lo que nos parece las obras de los otros.
bsss desde Argentina
:D

Profesora: Silvia Vill dijo...

Que belleza fue un placer leerte, un cuento lleno de emociones encontradas y logradas, Felicitaciones!!
😊Abrazo

Clarasil dijo...

gracias, mi amiga!!!!
ABRAZO GIGANTE

TERESA DESIMONE dijo...

Se me pianta un lagrimón Clari con esta historia tan bien contada, como siempre
fUERZA para "las guerreras cordobesas"

Clarasil dijo...

muchas gracias, Tere.
Bsss