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viernes, 21 de julio de 2017

Historias para compartir: "El pescador y su estrella"

Para Don Oscar, 
un Amigo con mayúscula, 
una persona realmente buena, que nos mostró desde la sencillez, grandes enseñanzas; 
que nos dejó, precisamente un 20 de julio, 
día del amigo, 
para ir a pescar entre nubes...
Para Zule, su familia y amigos,
que seguimos escuchando sus carcajadas desde lo profundo de cada recuerdo.


El pescador y su estrella


Subió al pequeño bote y comenzó a remar mar adentro. El oleaje era suave, la espuma acompañaba el sonido seco de cada remo con una flor de sal que se deshojaba en cada golpe. Era lo único que quebraba el silencio. El cielo era un manto negro con diminutos instantes de luz. Lo cubría todo.
Oscar se detuvo. La inmensidad de la nada lo envolvió, fundiendo mar y cielo en un mismo objeto, sin bordes ni límites. Preparó su caña con la sabiduría que le habían regalado los años. Cuando la plomada chapoteó en el agua, sintió la noche como una larga cabellera oscura, espesa, que lo cobijaba de todo. Lo bueno y lo malo. El pesar y la esperanza. Los odios y el amor.
Pensó en su pasado. En historias que alguna vez lo habían desvelado. Recuerdos cercanos, lejanos. Hechos que se agrupaban como notas en un pentagrama, subiendo y bajando con el ritmo frenético de la canción de la vida.
Reflexionó sobre ese instante, ese momento de quietud en medio de la existencia…
De pronto, algo tironeó de la línea. Un movimiento sutil, tenue, delicado. Su experiencia de pescador le avisó: allí está tu presa.
Oscar recogió despacio, lentamente la tanza, sintiendo algo que luchaba en la otra punta para librarse del anzuelo.
Lo sorprendió  el zigzaguear hacia los lados, hacia arriba.
Tomó la caña con firmeza.
Por ningún motivo perdería a ese  pez.
El mar comenzó a brillar justo en el punto donde se hundía la línea. Una luz blanca y cristalina se desprendió sorpresivamente del agua. Trepó al cielo, como un globo,  sostenido por un hilo que terminaba en la caña, en las manos de Oscar, en sus dedos firmes, que no lo soltaban.
Tan alto se elevaba que terminó levantándolo, haciendo que volara tras su luz resplandeciente.
Se detuvieron cerca del Lucero del Alba.

Allí se quedaron.
El pescador y su presa.

Mirándonos desde el cielo, titilando con su fuego blanco, frio, para guiar a los barcos que pierden el rumbo y naufragan en la desesperación o el olvido…

Clara Silvina Alazraki

Audio:
*la música de fondo pertenece a Cajita de música argentina, es una tonada llamada "Quien te amaba ya se va"

Licencia de Creative Commons
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-CompartirIgual 4.0 Internacional.

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