Hace unos días se cumplieron catorce años desde que mi papá se fue a patinar por los cielos mientras le gasta una bromita a algún ángel viejito y cura la visión torcida de una nube que perdió el camino... Una nunca sabe por donde andará, pero tiene la esperanza que cerca,mirando como seguimos aprendiendo por acá, en la Tierra.
Para mi papi...
La cosecha
Ya casi se habían
cumplido dos horas desde que había muerto y Florencia todavía esperaba cruzar
un puente o un túnel de luz, ver imágenes de su pasado desfilando ante sus ojos
o, por lo menos, sentir algo que se la llevara, que la sacudiera de su sito.
Pero nada ocurría.
La más absoluta y vacía nada.
Ni luces
brillantes, ni sombras densas, ni música de campanitas. Nada.
Los
recuerdos eran solo eso: momentos vividos que nunca volverían a repetirse.
Observó a su
alrededor: algunas enfermeras corrían por las salas llevando gasas, tubos de oxígeno,
suero. Otros, a los que identificó como doctores, por el color de sus
guardapolvos, caminaban más tranquilos, dejaban una palabra de alivio por ahì,
un remedio por allá.
-Qué extraño-
pensó, -¿se habrán olvidado de buscarme?
Uno de los últimos
libros que había leído, contaba algo sobre una sensación de liviandad, de
abandonar el cuerpo que ya no servía. Bien, ese paso ya estaba cumplido.
Florencia se
miró a sí misma y asintió, ese ser opaco y pálido que parecía dormir sobre la
camilla, no era ella. Su sonrisa, su voluntad, su alma, ya no estaban allí.
En cambio,
su nuevo cuerpo fantasmal, era una síntesis de todas sus fantasías. Podía
volar, observar a través de las paredes, atravesarlas sin ser vista. Y además, estaba
la sensación… un sentimiento de paz, tranquilidad, de no tener peso físico ni
mental. Eso era lo mejor.
Un grito
repentino la distrajo. Era un nacimiento. La madre estaba tan cansada, dolorida
y desesperada que apenas podía seguir las instrucciones de los médicos. Sus
piernas, levantadas, de un corte manaba un hilo de sangre. El parto se había complicado
por la posición del bebé que estaba precisamente, al revés de lo “normal”. Como
si se resistiera a entrar a este mundo.
Florencia acarició
la abultada panza sintiendo el movimiento ondulante que nadaba en su interior.
De inmediato, la mujer se tranquilizó. Sus pensamientos eran una mezcla de
oraciones y palabras a su nuevo hijo, pidiéndole que la ayudara, que no
temiera, que lo amaba.
Por
segundos, los sonidos se acallaron y solo fueron ellas: la madre en su esfuerzo
de dar vida, el fantasma y su deseo de ver más allá de la muerte. El resto solo
era una confusión organizada, con perfume a desinfectantes y léxico de
hospital.
De pronto,
el bebé se decidió, se colocó como debía y se preparó para salir. Florencia sintió
que una fuerza la succionaba, la absorvìa, la llamaba, y esa fuerza estaba
justamente en ese nuevo ser.
A medida que
iba desprendiéndose del cuerpo que lo había cobijado durante nueve meses, el
pequeño la iba atrayendo suavemente.
Florencia se
dio cuenta de que eran los últimos instantes de su vieja identidad, ya que
pronto tendría que volver a edificarla, entonces, tuvo un poco de miedo. Aunque
desapareció inmediatamente cuando recordó la última imagen que había visto
antes de morir: desde una de las ventanillas de la ambulancia, había presenciado
un desfile de campos cultivados en los márgenes de la ruta. Eran una gigantesca
ola verde, una marea de esperanza danzando al son del viento.
A su visión,
se sumó una centelleante cascada de chispas cuando el médico terminó de cortar
el cordón umbilical, alzó suavemente a la criatura y la depositó sobre el pecho
de la madre.
Ella tomó la
cabecita resbalosa y miró dentro de los ojos llorosos. Vio un cielo dorado y muchísimas
plantas esperando ser cosechadas.
En ese
instante decidió bautizarla Florencia. Un nombre asociado a esa primera imagen,
obtenida desde la mirada profunda de su primer encuentro con su hijita.
Clara Silvina Alazraki
Imágenes propias
El cuento en audio:
Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional.
Bellísimo cuento y mucho amor en la dedicatoria
ResponderBorrarGracias Tere.
BorrarVos sabès que tengo una visiòn muy particular sobre la muerte pero hay dìas que me agarra una nostalgia...
como a todos ¿no?